Aprendí del maestro Cirlot que el simbolismo del abanico depende de su forma y tamaño. El gran abanico flabeliforme se relaciona con el aire y con el viento, constituyendo el emblema del primero de los ocho inmortales chinos, Chung-li Chuan, de quien se dice lo usaba para avivar el espíritu de los muertos. Los abanicos de este tipo suelen tener perfil de corazón, a veces están adornados con plumas, que refuerzan su integración en el simbolismo general aéreo y celeste, y son atributos de rango de diversos pueblos asiáticos y africanos. E incluso se asegura que todavía los usan con este sentido cósmico el romano pontífice.

El abanico occidental, plegable, por este último carácter ha de asimilarse a las fases de la Luna, respondiendo en consecuencia su simbolismo a las esferas de la imaginación, el cambio y lo femenino. La transmutación fenoménica, expresada por el ritmo lunar (no ser, aparecer, crecer, ser plenamente, disminuir), se traduce en el alegorismo erótico del abanico. También el concepto heracliteano del “todo pasa”, tal y como aparece representado el abanico en una figura fantasmagórica pintada por Max Ernst.

Tony Carbonell, que además de maestro y cubano casi me parece inmortal, ha heredado la tradición simbólica del abanico, actualizándola con el temperamento y la fuerza de su línea, que es estructural y definida, sinuosa y sensual. O desde el punto de vista temático, modernizando la iconografía mitológica e incorporando sugerencias decorativas de estirpe barroca y abstracta, aunque manteniendo siempre una ejemplar limpieza de diseño, en el buen uso de las delicadas transparencias, de las impecables veladuras y del color que redondea la plasticidad del objeto.

Si podemos asimilar que el abanico es una metáfora del tiempo. Y como se ve, cuando la mano se contrae el abanico se abre, se despliega y aparecen las secuencias del pasado hacia el futuro. Si es presente también y es espacio decorado por un exquisito artista. Si es todo esto, entonces abaniquémonos con el talento y el buen gusto que se nos ofrecen en esta singular muestra.


Jesús Fernández Palacios

AIRES. Exposición de abanicos de Tony Carbonell.
Galería “Akelarre”. San Pedro de Alcántara, Málaga, España 1999